Fue el escenario donde el Tiburón de Baltimore, Michael Phelps, ganó un total de ocho medallas de oro en las ocho pruebas en que participó, rompiendo toda barrera y maravillando al mundo. También fue el escenario olímpico en donde más records fueron rotos, en noches que nos hacían pensar que la magia existía en el agua.

El Centro Acuático Nacional de Beijing, o como comúnmente lo conocimos como “El Cubo de Agua”, por la forma en la que se edificó, fue escenario de vital importancia en la historia del olimpismo y en lo que respecta a su estructura, también creó nuevos paradigmas.

Diseñada por una de las mentes australianas más vanguardistas en materia arquitectónica de la década, John Pauline. Su estructura es un homenaje a las figuras acuáticas, con una especie de membranas transparentes, que captan los rayos solares y aseguran la iluminación del complejo que se pinta en un tono turquesa.

Según datos del Comité Olímpico Chino, el diseño en forma de cubo contiene más de 1,400 membranas en forma de burbuja, en los 31 metros que tiene de altura.
Como dato curioso, la inversión para su construcción fue de más de 100 millones de dólares pues según sus creadores, el complejo tiene la funcionalidad de recoger la energía solar para funcionar y la capacidad de almacenar 10 mil toneladas de agua de lluvia en tanques subterráneos la cual es purificada y reutilizable.
Un escenario que maravilló no sólo por lo que se llevó a cabo en su interior, sino por su Arquitectura siempre vanguardista. Una joya del olimpismo a gran escala.
Elías Cababie Daniel